‘Argo’, ergo peliculón || Sr. Hobbit

‘ARGO’, ERGO PELICULÓN

Mi farsa es lo único que hay entre vosotros y un arma en la cabeza.

Tony Méndez repasa las personalidades falsas con los rehenes. Fuente: argothemovie.warnerbros.com

Noviembre, 1979. Los estudiantes iraníes asaltan la embajada de EE.UU. en Teherán y capturan a 52 rehenes. En medio del caos, seis de ellos consiguen escapar y refugiarse en la casa del embajador de Canadá. Tony Méndez, el mejor especialista en rescates de la CIA, elabora un plan «de película» para sacarlos de allí.

Méndez, interpretado por Ben Affleck, consigue contactar con Hollywood y finge rodar una película de ciencia ficción en exteriores iraníes: Argo. Todo ello requiere elaborar un guion, carteles para la película, escenas e incluso actores. Según su estrategia, él y los seis rehenes serán el equipo técnico de la película, todos canadienses. Una vez en Irán, Méndez reparte toda la documentación falsa a los capturados y consigue convencerlos para que se unan al plan.

Los seis rehenes consiguen pasar los controles del aeropuerto de Irán. Fuente: argothemovie.warnerbros.com

Los seis rehenes consiguen pasar los controles del aeropuerto de Irán. Fuente: argothemovie.warnerbros.com

La historia está basada en hechos reales; es la época de la Guerra Fría y la crisis de los rehenes en Irán. El gobierno estadounidense y el canadiense pusieron todo su empeño para liberar a los prisioneros. En el filme, Affleck -por tercera vez director- ha querido plasmar todos los hechos que no se habían mostrado hasta ahora en el cine sobre esta etapa.

La contrarreloj de la liberación nos tiene dos horas con el nudo en la garganta, y el uso de imágenes reales y la caracterización de los personajes aportan el realismo necesario para meternos en la piel de los protagonistas. Viéndola, nos sumergimos en el ojo del huracán.

Argo es de esas películas que te dejan tirado en el sofá reflexionando diez minutos cuando termina. Si bien sigue la línea del patriotismo americano y escasea en la crítica de la actuación occidental, Argo demuestra que la realidad supera a la ficción y que esta última no dista tanto de nuestras vidas normales.

Amparo Álamo

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SR. HOBBIT

Cartel comercial de la película. Fuente: cinedor

Valentía para captar al público, honradez con los fieles seguidores con la coherencia del relato e innovación por la cantidad de recursos  cinematográficos que ha utilizado. Estas serían las tres características que un servidor escogería  para describir la última obra de Peter Jackson. 8 años después de la última entrega del Señor de los Anillos, «El Retorno del Rey, el responsable de esta trilogía no ha pasado sin hacer ruido con «El Hobbit». En un gran salto temporal, enmarcado en una cronología totalmente anacrónica, volvemos a la Tierra Media, sesenta años antes de que el joven Frodo llevase a cabo su hazaña, para que esta vez su tío Bilbo nos relate qué escondían las memorias que tan cuidadosamemente dedicaba a su sobrino.

El director de la película Peter Jackson. Fuente: cinedor

El director de la película Peter Jackson. Fuente: cinedor

Al director neozelandés, aunque  le haya caído alguna crítica como las del NYTimes -bien es cierto que hay «mucha película para tan poco libro»-, las cifras le avalan. En Estados Unidos la recaudación se cifra casi alrededor de casi 85 millones de dólares, equivalente a más de 64 millones de euros. Fuera del país de las oportunidades, los seguidores incondicionales no han querido ser menos y han llenado también las salas de cine. Se pudo ver en 4.045 salas y supuso un récord de recaudación histórico en diciembre, 140 millones de dólares (106 de euros), marca que hasta ahora tenía «Soy leyenda», de Will Smith, con 77,2 millones de dólares en 2007 (58,6 millones de euros).

La trama parte de Thorin Escudo de Roble, que cientos de años después de la derrota que vivió su pueblo decide volver a recuperar Elenthor, reino que le fuera arrebatado a su abuelo por el ataque de un dragón que quería apoderarse de la riqueza del feudo enano. Para ello contará con la inestimable compañía por cuarta vez de Ian McKellen como Gandalf, Martin Freeman en la piel del joven e intrépido Bilbo Bolsón, y el valor y coraje de Richard Armitage, Thorin Escudo de Roble, comienza esta precuela de la primera entrega que en 2001 ofrecería Peter Jackson.

Cartel comercial del film con los  tres protagonistas. Fuente:cinedor

Cartel comercial del film con los tres protagonistas. Fuente:cinedor

Inmersos en una escenografía deslumbrante causada por el rodaje en 48 frames que dota la imagen de excesiva realidad, nuestros 3 protagonistas y hasta 10 personajes más empezarán “un viaje inesperado” en el que la propia trama no dará momento para respiro. Reencuentros de viejas amistades, rencores y recelos serán los rasgos distintivos de los peculiares componentes de la compañía. Y el joven Bilbo, como uno más, acabará formando parte de ella tras haberse negado al inicio. La rivalidad entre enanos y elfos, la violencia irrcional de los orcos y las batallas predominarán la pantallá durante esta primera parte.

En cierta forma, todos somos Hobbits. Representan al inocente que carece de experiencia en la guerra, en conflictos y que, repentinamente, se encuentra inmerso en todo ello.

Esperemos que no defraude a nadie, pero ya adelantamos que si algo no hará será dejaros indiferente. Como ya sabéis “si alguna vez dices algo y nadie se molesta, es que no has dicho nada» . Y Peter Jackson, aun no tiene la última palabra.

Cristian Reche Asensi

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